El uso de drones ha cobrado gran importancia en los últimos años en tareas relativas a seguridad y protección civil. En escenarios como los incendios de gran magnitud en zonas de monte y bosque, es posible emplear drones para realizar tareas que pondrían en peligro la seguridad de los pilotos de las aeronaves y de los equipos de extinción.
Cuando se inicia un fuego en un bosque sin desbrozar o sin cortafuegos, el fuego encuentra más combustible acumulado del que existiría en condiciones normales y puede alcanzar proporciones gigantescas. En condiciones meteorológicas de sequía, viento y altas temperaturas, los incendios forestales son capaces de propagarse por áreas extensas, sortear obstáculos como carreteras o ríos, generar su propio microclima con tormentas de fuego y cambiar de dirección de improviso.
Los drones favorecen la gestión eficaz de las emergencias al proporcionar una visión clara y completa del área involucrada en la intervención, y permiten tomar decisiones oportunas para la seguridad de los rescatistas. En la gestión de incendios forestales, los drones constituyen un multiplicador de fuerzas en apoyo de los equipos involucrados en todas las fases: desde las medidas de prevención, hasta las labores de extinción, rescates de accidentes y la posterior investigación del siniestro y sus causas.
Utilización de UAS en incendios forestales
Las condiciones idóneas para la propagación de un incendio forestal se resumen en la regla del 30/30/30: temperaturas iguales o superiores a 30 °C, humedad del aire inferior al 30% y viento a partir de 30 km/h. La labor de los drones en la prevención y lucha contra los incendios forestales, comienza con la observación meteorológica en zonas de riesgo.
El uso de drones en zonas de riesgo de incendio permite escanear el territorio con cámaras térmicas, procesar los datos y señalar áreas con mayor grado de inflamabilidad y tasa de combustión. Las cámaras montadas a bordo permiten analizar la vegetación y generar mapas 3D que detallan las áreas proclives a riesgo de incendio.
La ventana temporal de contención entre el inicio del foco y el estallido de las llamas es mínima, y el uso de drones proporciona a bomberos y Protección Civil una visión completa y detallada de la zona afectada. El dron transmite en tiempo real las coordenadas geográficas y la dirección de las llamas: datos vitales para tomar decisiones inmediatas sobre los movimientos de los equipos de rescate y sobre la población a evacuar.
En cuanto a las operaciones de campo con bomberos y rescatistas, los drones equipados con cámaras térmicas radiométricas de alta resolución son capaces de ubicar radiaciones térmicas a través de humo denso e indicar zonas calientes con nuevos focos de fuego a punto de expandirse, o la presencia de personas atrapadas.
Los UAS vuelan a menor altitud que las aeronaves y, al ser mucho más pequeños y maniobrables, pueden explorar espacios cerrados y zonas de alto riesgo donde los helicópteros no pueden acercarse. El uso de drones como apoyo aéreo durante las intervenciones de los bomberos les permite monitorear su trabajo y asegurarse de que se mueven en la dirección correcta y con seguridad. La información que aportan los UAS también sirven para evaluar la posibilidad de enviar refuerzos y advertir a los rescatistas de peligros inminentes, como llamas que se aproximan, deslizamientos de tierra y derrumbes.
Los UAS también cumplen una función de vigilancia en tiempo real y prevención de actos los pirómanos. Cuando el incendio se ha declarado, la información recogida por el dron hace posible reconstruir la trayectoria de las llamas en sentido inverso hasta el punto de ignición, y facilita a los investigadores conocer la causa y determinar si fueron intencionados o por causa natural.